Nuevo Orden Internacional. Occidente en Declive. Globalización y globalismo.



 

Por: Rodulfo H. Pérez H.
Profesor de Ciencias Sociales
Especialista en Historia
Máster en Educación
Embajador de la República Bolivariana de Venezuela ante la UNESCO




 

I.- La globalización como proceso histórico y social y el globalismo como movimiento ideológico.

 

La globalización ha sido una de las fuerzas dominantes de las últimas décadas, transformando economías, culturas y sistemas políticos a escala planetaria. Sin embargo, en los últimos años se ha hecho evidente una fractura entre los procesos objetivos de globalización y un proyecto ideológico y político conocido como globalismo. Es urgente la distinción crítica entre ambos conceptos, analizando su origen, su desarrollo y las respuestas que ha generado desde diversas regiones del mundo, especialmente desde nuestra América.

La globalización puede entenderse como un proceso multidimensional de creciente interconexión e interdependencia mundial. Si bien tiene raíces que se remontan a la expansión colonial europea, su forma contemporánea responde a la revolución tecnológica, la financiarización del capital y la liberalización del comercio promovida desde las décadas de los 70’ y 80’. Autores como David Harvey han señalado que este proceso ha sido acompañado por una “acumulación por desposesión”, intensificando desigualdades en beneficio del capital transnacional. La globalización, por tanto, no es neutra ni necesariamente emancipadora: su configuración concreta responde a relaciones de poder.

El globalismo, por su parte, es la ideología que acompaña y justifica la imposición de un orden neoliberal homogéneo, gobernado por el capital financiero, corporaciones transnacionales y élites tecnocráticas. Su objetivo es erosionar las soberanías nacionales, socavar los marcos democráticos y subordinar toda forma de organización social a las lógicas del mercado. Como ha señalado Zygmunt Bauman, el globalismo convierte a los ciudadanos en consumidores y a los Estados en gerentes de intereses privados. Además, oculta su vocación imperialista bajo el velo del progreso y la integración, promoviendo una cultura de desarraigo, individualismo y sometimiento.


El resurgimiento de proyectos nacional-populares, la revalorización de la soberanía económica y la crítica a las cadenas globales de valor han dado paso a una reconfiguración geopolítica. Las élites globalistas enfrentan hoy una resistencia creciente en múltiples frentes, desde la derecha nacionalista europea hasta los movimientos de izquierda soberanista en nuestra América, África y Asia. Este escenario pone de manifiesto una crisis estructural de legitimidad del orden liberal occidental.

Frente al avance del globalismo liberal occidental, ha emergido a escala planetaria una resistencia política y geoestratégica que rechaza tanto el dominio unipolar de Estados Unidos y Europa como la imposición de un modelo civilizatorio tecnocrático, individualista y financiarizado. Esta resistencia no se limita a los grandes polos emergentes como China, Rusia, India o Irán, sino que tiene una expresión histórica profunda en el continente americano, especialmente desde finales del siglo XX con la irrupción de la Revolución Bolivariana en Venezuela.

El proyecto bolivariano liderado por Hugo Chávez, no solo recoge las más altas aspiraciones históricas del pueblo venezolano por construir una sociedad de iguales y de soberanía, con un claro sentido continental, es que siendo así, se inscribe en la lógica del anti globalismo y está a favor de un multipolarismo que permite la existencia en paz de todas las culturas que constituyen la humanidad. La vigencia del proyecto bolivariano radica entonces, en su profunda raíz histórica y social y en la correspondencia con la situación histórica de lucha de los pueblos específicamente en la coyuntura que se abre a finales de la década de los 80’ y los 90’ del siglo XX e. Es por tanto objetivo nuestro la real existencia de  un mundo donde las civilizaciones, los modelos económicos y los proyectos culturales puedan coexistir sin imposiciones. Chávez lo resumió con claridad: “Un mundo pluripolar no es solo una necesidad económica, es una necesidad ética y política para la humanidad”.

China y Rusia, junto a países del sur global avanzan en la construcción de mecanismos alternativos que emancipen a las naciones de yugo del dólar y los sistemas financieros, comerciales y de pagos vinculados a él. La construcción de marcos tecnológicos compartidos y acuerdos comerciales que no impongan condiciones de subordinación, chantajes financieros, ni políticos sobre la base deagresiones militares, avanzan en la misma medida en que se desindustrializa norte América y Europa. Por su parte, Dela Venezuela, Cuba, Nicaragua y Bolivia junto al resto de los países integrantes del Alba, nos corresponde ya no solo continuar con la resistencia, es este el momento de pasar a la contra ofensiva que permita que nuestros sistemas productivos y estructuras comerciales nos den soberanía, en la misma medida en que nos permiten autoabastecernos y generar capitales que a su vez se articulen con procesos productivos en la industria, la manufactura, la ciencia y la tecnología. La unión de nuestros pueblos y la integración de nuestros aparatos productivos, comerciales, de nuestros mercados así como y de nuestros centros de producción de ciencia y tecnología aportaran condiciones para ponernos en posibilidades de mantener relaciones de respeto, solidaridad y cooperación. 

 

Nuestra América vivió momentos estelares en los primeros años del siglo XXI, sus líderes fueron expresión de la acumulación de fuerzas anti globalistas. Esa correlación de fuerzas tuvo en la IV Cumbre de las Américas en Mar del Plata, Argentina (noviembre de 2005),una victoria de carácter estratégico que frenó la Zona de Libre Comercio pretendida por el capital financiero norteamericano de la mano del gobierno de Bush. Era esa el cuarto intento de aplicación del dogma neoliberal en nuestras tierras, ya antes en la década de los 70’ se había aplicado en Chile durante la dictadura de Pinachet, seguida de iniciativas en los 80’ y en los 90’. Sin embargo el liderazgo de Fidel Castro, Néstor Kirchner y Hugo Chávez impidieron que se aprobase el ALCA, dando inicio a un tiempo de recomposición de la correlación hemisférica a favor del proyecto bolivariano. Se evitó de esa manera que avanzara en nuestra América la desindustrialización y la pérdida de soberanía, abriendo paso a nuevas organizaciones de unión de nuestra América como la CELAC y la UNASUR y favoreciendo la relación con los centros de poder mundial emergentes,


Como advirtió Samir Amin, sin un internacionalismo del Sur, la transición multipolar podría derivar en una disputa entre élites sin beneficio real para los pueblos. La emergencia de un nuevo orden internacional exige no solo redistribuir el poder, sino imaginar desde perspectivas propias los principios y los conceptos. 
Mientras el occidente global se anclaba en dogmas liberales y se encadenaba a los intereses de los grupos financieros, en nuestra América y en  China y otros países emergentes contaron con direcciones políticas que permitieron les permitió  comprender la trascendencia y la orientación histórica de las decisiones que se tomaban en los países que se entregaban a los dogmas neoliberales y globalistas. 

 

La distinción entre globalización y globalismo no es solo conceptual, sino política. Mientras la globalización expresa un fenómeno que tiene su origen en tendencias históricas y sociales del desarrollo del capitalismo, el globalismo representa una ideología y representa los intereses del sector financiero por encima de los intereses del resto de los sectores vinculados al capital y por encima de los intereses de las sociedades en su conjunto. El globalismo se presenta neutro y universal y en tanto ideología debe ser debatida y confrontada. En este marco, es imprescindible identificar los grupos financieros que lo soportan y exponen, así como a los individuos que son sus principales impulsores en función de comprender el conjunto de intereses que están vinculados a este proyecto civilizatorio, su estrategia y sus iniciativas.

 

Si bien David Rockefeller y Henry Kissinger fueron importantes defensores de sus ideas y principios, es Georges Soros desde la Open Society Foundations quien da el mayor impulso a la estrategia globalista. Cálculos conservadores indican que  desde 1984 ha invertido más de 32 mil millones de dólares en iniciativas de imposición de los principios liberales occidentales, con una inversión anual de  900 millones de dólares.. La orientación general de la inversión es hacia  la imposición  cultural occidental, centrada en difundir su ideología, sus principios y sus conceptos. El  activismo político es el principal destinatario de esos fondos, con un importante financiamiento a organizaciones no gubernamentales que centran su accionar en la lucha por los derechos humanos y la democracia desde la perspectiva liberal, también son destinatarios de estos fondos los lobby políticos de todo el mundo, el de Estados Unidos y el europeo, haciendo especial énfasis en nuestra América, África, Europa oriental, Asia central, y el Sur Global en General. 

 

Compañías como BlackRock, con su historial de chantajes y agresiones a países que defienden su soberanía, importantes conglomerados financieros como Vanguard Group, Goldman Sachs, JPMorgan Chase, Morgan Stanley. Transnacionales vinculadas a las tecnologías de la información y la comunicación como Google, Alphabet, Microsoft, Apple, Facebook, Meta, Amazon. Grupos industriales como Pfizer, Moderna, Bayer-Monsanto y Nestlé guardan una importante relación con la estrategia globalista. Particular importancia revisten tanto Tesla como SpaceX propiedad del controvertido Elon Musk. Junto a él destacan importantes figuras del mundo occidental global como: Bill Gates, Klaus Schwab, Salim Ramji y Jhon Bogle. 

En el conglomerado de la burocracia de organizaciones multilaterales al servicio de los valores pro occidentales está Christine Lagarde ex directora del F.M.I., Rebeca Grynspan Secretaria General de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, Achim Steiner Administrador del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, Ngozi Okonjo-Iweala Directora General de la Organización Mundial de Comercio, Mathias Cormann Secretario General de la Organización para la Cooperacion y el Desarrollo Económico, y Borge Brende Presidente del Foro Económico Mundial entre otros.   

 

Emmanuel Macron Presidente de Francia, Angela Merkel, ex presidenta de Alemania, Ursula von del Leyen Presidenta de la Unión Europea,  David Cameron ex Primer Ministro del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda, Barack Obama ex Presidente norteamericano, Justin Trudeau Primer Ministro de Canadá, Volodimir Zelenski Presidente de Ucrania y Benjamín Netanyahu Primer Ministro Israelí son las voces políticas encargadas de impulsar políticamente una agenda cada vez más desgastada y menos creíble que se enfrenta al doble rasero de sus acciones, beneficiando a sus aliados y condenan a quienes defienden la soberanía, la paz y el respeto de la diversidad cultural. 

 

II.- Venezuela en el laberinto del desarrollo del capitalismo en tiempos de globalización y la lucha a favor de la paz y la diversidad cultural 

 

A finales de la década de los 80’ y el principio de los 90’ del siglo XX le correspondió al pueblo venezolano ser el primero en levantarse contra la imposición del proyecto globalista en Venezuela, expresado en el plan neoliberal que lideró Carlos Andrés Pérez. Entre el 27 de febrero de 1989 y el 4 de febrero de 1992 se desarrolló una coyuntura donde emerge una fuerza popular que bajo el liderazgo de Hugo Chávez lograría un claro tenor anti neoliberal y profundamente bolivariana. Hugo Chávez fue el líder político de ese reordenamiento popular debido a que entendió que la globalización era un fenómeno objetivo del desarrollo del mundo y que  su desarrollo no solo afectaba a los pueblos y a los trabajadores y trabajadoras. La globalización vinculada al proyecto globalista afectaba también a sectores tradicionalmente vinculados al lucro y la ganancia. 

 

La hegemonía del sector financiero de la burguesía oponía a la estructura de clases del capitalismo configurado después de la II Guerra Mundial un conjunto de desafíos que ponían en riesgo la propia existencia de esos sectores capitalistas. De esta manera la agenda neoliberal obligaba a una severa restructuración de la estructura de clases vinculadas al capital; la burguesía industrial, los sectores vinculados al comercio, a los propietarios de tierras vinculados con el sector de producción de alimentos, a los sectores de la agro industria, a los medianos y pequeños propietarios y al resto de los sectores vinculados con la política de sustitución de importaciones tenderían incluso a la desaparición. 

 

Esta circunstancia imponía condiciones objetivas que hacían imposible la vigencia de dogmas en la manera de comprender la lucha de clases, la sociedad del capitalismo monopolista de ese momento y la necesaria construcción de alianzas en función de acumular fuerzas desde los sectores populares, y desde sus aspiraciones históricas ubicándolos a la vanguardia de un gran movimiento político anti globalista, revolucionario que se enraizase con las diversas fuentes de la lucha histórica de los pueblos en sus contextos espaciales particulares. 

 

Chávez comprendió esto, y esa comprensión dentro del pensamiento flexible y potente que lo caracterizó lo alejó de dogmas y acartonamientos en función de construir en la práctica una alianza de clases que incluyó a los sectores burgueses afectados por el globalismo, poniendo a los sectores populares y a los trabajadores y trabajadoras a la vanguardia de la estrategia de toma  del poder y de construcción de un Estado que llevase a la práctica, una vez más, al proyecto bolivariano en esta oportunidad a la luz de los nuevos tiempos. Esa comprensión genial de Chávez le permitió unir a la nación bajo la revolución bolivariana, tomar el poder y refundar Colombia, la de Bolívar, en la forma de la República Bolivariana de Venezuela.     

 

El recuento de la historia dentro del sentido de construcción de la República Bolivariana de Venezuela, obliga entonces a revisar con agudeza los acontecimientos desarrollados en entre las décadas de los 70’ y los 90’ del siglo XX, tanto en Estados Unidos, en Europa, como en China y nuestra América, así como en otros espacios del sur global. En ese ámbito temporal se desarrollaron acontecimientos paradójicos, que aportaron complejidades y contradicciones imperceptibles en su vinculación si se abordan fuera del contexto general y sin comprender el sentido de las tendencias  históricas que se desarrollarían. 

 

La paradoja de la coyuntura de los últimos 30 años del siglo XX encierra la incoherencia entre el discurso triunfalista del capitalismo, sobre el socialismo como fracaso histórico y la dirección del proyecto globalista en clave neoliberal,  sentando las bases para el propio declive del mundo occidental y de su cultura. 

 

En los últimos 55 años el capitalismo paso de levantar la bandera de su victoria a sembrar su camino de las condiciones de su declive. En el momento en que el capitalismo “vencía” al socialismo. En el momento en que Estados Unidos “vencía” a la Unión Soviética y ésta se disolvía, Fukuyama anunciaba el “Fin de la Historia” y la victoria de la burguesía y de su “ética”; en ese momento; por una parte se hacen hegemónicas las tesis neoliberales con el Consenso de Washington (1989) y la burguesía financiera da inicio al proceso de expropiación de la propiedad de los bienes públicos estatales  por la vía de la privatización de grandes segmentos de sus aparatos productivos. El globalismo y su proyecto neoliberal significó el camino de la derrota de occidente, su desindustrialización y la desestructuración de su economía y de su aparato productivo, anclándolo a la especulación financiera y desvinculándolo de la necesaria creación de valor como sostén de la economía, de la sociedad y en definitiva de su civilización. Anunciando su victoria el capitalismo de la mano de la burguesía financiera y de su proyecto neoliberal construyeron el camino de su propia derrota.

 

Por su parte en ese mismo momento, en China se comienza a profundizar la reforma económica con la incorporación del capital y la propiedad privada a la estructura variada y diversa de propiedades del aparato productivo chino, se crean las zonas económicas especiales y se desarrollan los planes quinquenales y se define una lógica de relacionamiento internacional sobre la base de la paz y la coexistencia dentro de la diversidad.   

 

Existe una coincidencia histórica entre la disolución de la Unión Soviética, el auge del discurso globalista en clave neoliberal, el desmontaje del Estado de Bienestar en Estados Unidos y el Reino Unido, la profundización de las reforma de la política china y el surgimiento de la revolución bolivariana. Todo en un mismo tiempo y todo en tendencia histórica hasta el actual declive del mundo occidental.

 

En Estados Unidos el gobierno de Ronald Reagan y en el Reino Unido el gobierno de Margaret Thatcher desmontaron el “Estado de Bienestar” para favorecer a los sectores financieros del capital. La explicación de tal situación en forma de falsa conciencia de realidad, se expresaba en el dogma neoliberal argumentando que no existían fondos financieros para planes públicos y que la ineficiencia del Estado y su burocracia justificaba la privatización de importantes segmentos del aparato productivo y de importantes servicios. El Estado debía reducir su tamaño y ceder espacio a la empresa privada. Se disminuía la importancia de lo público y se daba preminencia a lo privado. 

 

¿Por qué?  la verdad era que la guerra del Yon Kipur en 1973 significó la entrada de grandes flujos de capital a las compañías petroleras y los bancos de occidente, producto del aumento de los precios del petróleo como consecuencia del embargo que aplicaron los países árabes a quienes habían apoyado a Israel. Daniel Yergin en su libro The Prize sostiene que “Nunca antes las compañías petroleras habrían visto ganancias tan descomunales en tan poco tiempo. Lo que para los gobiernos fue una pesadilla energética para las grandes petroleras fue una bonanza”. 

 

Los costos de producción aumentaron, al dispararse los costos del transporte y la electricidad generando en un primer momento una gran inflación de los precios de los bienes de consumo en niveles “descontrolados” y posteriormente una contracción económica derivada de la incapacidad de los mercados de asimilar esos bienes de consumo a elevados precios. Los economistas bautizaron a este “nuevo” fenómeno como “estanflación” al combinar una alta inflación con estancamiento económico.

 

Las compañías petroleras norteamericanas y europeas controlaban el 85% del mercado. Mientras que los países occidentales colapsaban por los altos precios del petróleo, sus compañías obtuvieron descomunales ganancias que fueron a parar a sus bancos. Ese capital represado en los bancos occidentales consiguió doble dirección. Primero; comprar a precios devaluados las industrias propiedad de los Estados y servicios públicos y segundo; la generación de necesidades artificiales de endeudamiento en el sur global.

 

Así los economistas descubrieron un nuevo fenómeno; la deuda externa, en forma de créditos vinculados a procesos ausentes de proyectos de desarrollo de las fuerzas productivas de los países y mucho menos a la generación de mejores condiciones de vida para sus pueblos. Los países del sur global recibieron créditos sin que existiesen intensiones de desarrollo de los países. Las mismas élites que dirigían esos países con la finalidad de permitir la expoliación de los recursos nacionales en detrimento de sus pueblos y de sus soberanías, aceptaron los créditos y los “desaparecieron” en medio de mecanismos que los llevaron a paraísos fiscales y en al desarrollo de infraestructura en la Florida y en el sur de los Estados Unidas por vía de la corrupción.   

 

La deuda externa tuvo una esencia; la imposibilidad de cancelarla. En realidad era un ciclo de circulación de capitales que no tenia previsto cesar. Se otorgaban créditos que se no invertían, se refinanciaban y se agregaba a la deuda original los intereses, la mora, y la necesidad de nuevos créditos mientras se imponía el discurso neoliberal de la necesidad de vender todo lo público al sector privado ante la “inexistencia de fondos”  y ante la evidente incapacidad del Estado de manejar esta situación. Eduardo Galeano en su libro Las Venas Abiertas de América Latina escribió: “La deuda externa no nació del pecado original de los pueblos latinoamericanos, si no de la codicia de los banqueros del Norte y la complicidad de las oligarquías del Sur. Nos prestaron dinero que ellos mismos impusieron cómo, cuándo y a qué precio, luego nos cobraron con nuestras propias venas”

  

Para cumplir esa doble misión: expropiar la propiedad de importantes sectores del aparato productivo público y de los servicios así como hacer de los países del sur global exportadores de capital por la vía del pago de la Deuda Externa se debía desmontar el ideario conceptual y cultural sobre el cual occidente había sobrevivido y enfrentado a la Unión Soviética. El Keynesianismo fue desechado junto a la idea de lo público y se echó mano de aquella doctrina expuesta por Alexander Rüstow en el Coloquio Walter Lippmann de París en 1938 y relanzada por Milton Friedman en la década de los 60’ desde la Universidad de Chicago y aplicada por los economistas chilenos formados en esa universidad y vinculados al gobierno de Pinochet.      

 

China se consolidó como el polo global de la industria y la manufactura y como el principal centro de producción de ciencia y tecnología, con el mayor crecimiento económico del planeta, sin desatar una sola guerra, sin utilizar el chantaje financiero y político como modelo relación internacional y sacando a su población de la pobreza el atraso en el que vivía en los años 70’ del siglo XX.

 

Hoy el occidente está en declive, su lógica civilizatoria no es sostenible, no tiene sustento económico y la especulación financiera genera crisis que dejaron de ser cíclicas y comienzan a caracterizarse por su condición terminal, para el año 2026 se espera que explote una nueva burbuja financiera con catastróficas consecuencias para las economías vinculadas al dólar. La imposibilidad de derrotar a militarmente a Rusia en Ucrania evidencia el atraso tecnológico de la industria militar occidental, en el reciente enfrentamiento militar entre la India (con su pretendida equidistancia entre el sur global y occidente) y Paquistán, este último país superó a los implementos militares occidentales usados por la India con la utilización de aviones de fabricación china. En el reciente enfrentamiento entre Israel e Irán este último dejó en evidencia la ineficiencia de los sistemas de defensa anti área y anti misiles usados por Israel de fabricación norteamericana, y se mostró como una nueva potencia en misiles hipersónicos en un liderazgo que comparte con Rusia y China y del que trágicamente, Estados Unidos es un ausente sin posibilidad de recibir invitación. En la última reunión de la OTAN surgió la necesidad de mantener la guerra en Ucrania, pero también surgió el grave problema de la obsolescencia tecnológica de sus fuerzas militares en comparación con los avances tecnológicos militares chinos, rusos e iranies. El Reino Unido anunció un plan de modernización de sus fuerzas militares que necesitará de un flujo de inversión del cual no dispone y para completar la tragedia, si logran iniciarlo, cuando se termine, los chinos abran culminado un nuevo ciclo tecnológico y este habrá sido cubierto en cooperación con Rusia e Irán. En esa misma reunión, Los Estados Unidos exigieron a sus “aliados” aportes de cerca del 5% del PIB de esos países para modernizar sus fuerzas armadas, esta modernización por exigencia de los norteamericanos seria con tecnología norteamericana, haciendo que sus “aliados” aporten capitales para rescatar a la mermada economía norteamericana por esa vía y por la vía de los aranceles.   

 

Occidente a profundizado la agresión a Palestina de la mano del genocidio del cual es víctima ese pueblo desde hace 75 años con el objetivo de expropiar sus tierras, decidió acabar con la revolución bolivariana usando el método de agresión aplicado contra la revolución cubana por intermediación de medidas coercitivas unilaterales e ilegales. De todos estos procesos occidente ha salido derrotado y su narrativa ha quedado vacía de contenido evidenciando el declive de occidente y de su civilización mostrando la real posibilidad de que su declive sea el preámbulo para surgimiento de un orden mundial multipolar que favorezca la coexistencia pacífica de los pueblos del mundo en su maravillosa diversidad.  

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